| Ahí todos hasta que arregléis este u os vayáis a casa |
El congreso español debería de estar rodeado, mejor, sitiado. Sitiado no para tirar piedras ni quemar contenedores, ni por exaltados gritando enfurecidos. Sitiado no para asaltar su interior si no para que los de dentro no puedan salir. El congreso de los diputados tendría que estar en este mismo instante rodeado por familias, por personas pacíficas con su mesa y sus sillas de tijera, con sus almuerzos, con los niños porque los niños deben aprender que hay luchar por lo que uno quiere. Podrán poner todos los antidisturbios que quieran, incluso deberían poder no ponerlos, nadie debería saltarse la línea. Eso sí, del congreso no sale nadie hasta que solucionen lo que ellos mismo han creado por malévola acción o por deliberada omisión.
España nunca ha sido una democracia tras la dictadura. España es una oligarquía con un convenido reparto del poder entre los poderes del régimen más algún exiliado incluido en el botín para que no molestara. Nuestros opulentos oligarcas han conseguido que cuando un español se levanta para ir a trabajar se pregunte para qué trabaja y sobre todo para quién lo hace. Es indudable que las personas trabajamos para comer y cubrir otras necesidades básicas en primer lugar pero una sociedad no progresa si con el trabajo apenas llegas a cubrir lo básico, eso es esclavitud.
No es de recibo el recorte de libertades y derechos individuales y colectivos que se han dado en este país con el consentimiento tácito de casi todos, engañados muchos por el espejismo de la prosperidad económica. Los sucesivos partidos políticos que han gobernado España poco a poco ha ido eliminando nuestros derechos; unos terminaron con la independencia del poder judicial, otros privatizaron servicios públicos básicos e irrenunciables para nuestra forma de pensar, unos congelaron las supuestamente intocables pensiones, otros dificultaron su cotización, unos y otros benefician deliberadamente a empresarios afines, intervienen los poderes fácticos para asegurarse la permanencia en el poder de una forma u otra; vendiéndose a la banca, vendiéndose a los nacionalismos, creando las leyes oportunas. Todos, absolutamente todos, partidos políticos, casa real, sindicatos y organizaciones empresariales se han quedado con dinero público, en muchos casos no con un porcentaje si no con partidas completas. En definitiva se ha venido corrompiendo con poder y dinero (incluso amenazando con el fantasma de un golpe de estado en su momento) todo aquello que podría o puede ser un obstáculo lo suficientemente importante como para poner en peligro la oligarquía resultante de la transición. Aquello de escasa entidad es atacado y eliminado si puede ser fácilmente desacreditado.
No creo andar muy desencaminado si digo que a nivel sociedad los españoles queremos tener al menos tres servicios públicos básicos e irrenunciables que sean excelentes: la educación, la sanidad y la seguridad social. No me cabe duda de que la discusión sobre qué servicios deben de ser públicos es espinosa; la energía, el agua, transporte, etc, en este sentido hay tantas opiniones como personas pero creo que la inmensa mayoría citaría estos tres como los más importantes. Si no me equivoco en mi razonamiento, o al menos no mucho, pocos españoles pueden estar contentos porque ninguno de los tres funciona y entonces me surge la pregunta: Trabajar. ¿Para qué?. ¿Para quién?. ¿Con qué expectativas?.
Evidentemente trabajar para comer pero cuando uno trabaja o emprende o, trabaja y emprende, lo tiene que hacer con la esperanza de prosperar y conseguir una seguridad mínima ante el incierto porvenir. Hay crisis y con los ingresos se consigue, en muchos casos, apenas cubrir las necesidades de casa y comida pero gran parte del dinero que generamos va a para a las saqueadas arcas públicas que no nos proporcionan hace ya mucho tiempo una educación de nivel y garantía para que nuestros descendientes sean personas más libres, más preparadas y con mayores oportunidades, no nos proporcionan una atención médica rápida y de calidad (la atención médica y la justicia son esas cosas que o son rápidas o no son), y la seguridad social está menguando vertiginosamente. Mas de un quinto de cualquier transacción comercial va a parar al estado, un tercio de nuestro salario a la seguridad social y de lo que te queda te endiñan el 25% de IRPF, y todo este dinero sólo le luce a las clases política en las comisiones y prebendas que se han llevado a cambio de obras faraónicas de las que se podía prescindir máxime en aras de la sanidad, de la educación y de la seguridad social.
Nos han quitado hasta la ilusión porque, a la vista de nuestro periplo desde la transición e, independientemente de los ciclos económicos, España se la está quedando la casta política y sus adlátere banqueros, quizás al revés. Oprimen al emprendedor con reglamentos y burocracia inútil, fulminándolo a impuestos antes de que haya ganado un sólo euro. Permiten que multinacionales machaquen al trabajador con la excusa de la crisis, con horarios inhumanos, sin posibilidad de conciliar nada; bajan los pantalones del trabajador o del pequeño y mediano empresario hasta los tobillos para facilitar la entrada de cualquier multinacional, embolsándose ellos la mordida correspondiente. En cualquier país con servicios públicos eficientes quién defrauda es un delincuente, en el nuestro es un superviviente porque nos están estafando desde hace ya mucho tiempo.
Y como no rodeamos el congreso de forma alegre y pacífica para que no salgan de allí hasta que arreglen esto, como no somos capaces de apartar a los violentos para que el gobierno no se esconda tras ellos deslegitimando las protestas, como no somos capaces de pensar en el prójimo como un conciudadano sin importar la etiqueta política que porte, como no somos capaces de todo esto, sólo queda esperar que nuestros hijos se preparen para hacer su vida en un país donde realmente se respeten los derechos y libertades de los ciudadanos, donde la igualdad de oportunidades y las opciones de prosperar sean una realidad, donde se trabaje para uno mismo, para la familia y, por supuesto para una sociedad en la que el gobierno sea del pueblo y no de una pandilla de mafiosos aferrados de por vida a la poltrona con una visión de la realidad altamente distorsionada por las secretarias, los chóferes, el lujo y los gintonics a 3,40€.
Nos han quitado hasta la ilusión porque, a la vista de nuestro periplo desde la transición e, independientemente de los ciclos económicos, España se la está quedando la casta política y sus adlátere banqueros, quizás al revés. Oprimen al emprendedor con reglamentos y burocracia inútil, fulminándolo a impuestos antes de que haya ganado un sólo euro. Permiten que multinacionales machaquen al trabajador con la excusa de la crisis, con horarios inhumanos, sin posibilidad de conciliar nada; bajan los pantalones del trabajador o del pequeño y mediano empresario hasta los tobillos para facilitar la entrada de cualquier multinacional, embolsándose ellos la mordida correspondiente. En cualquier país con servicios públicos eficientes quién defrauda es un delincuente, en el nuestro es un superviviente porque nos están estafando desde hace ya mucho tiempo.
Y como no rodeamos el congreso de forma alegre y pacífica para que no salgan de allí hasta que arreglen esto, como no somos capaces de apartar a los violentos para que el gobierno no se esconda tras ellos deslegitimando las protestas, como no somos capaces de pensar en el prójimo como un conciudadano sin importar la etiqueta política que porte, como no somos capaces de todo esto, sólo queda esperar que nuestros hijos se preparen para hacer su vida en un país donde realmente se respeten los derechos y libertades de los ciudadanos, donde la igualdad de oportunidades y las opciones de prosperar sean una realidad, donde se trabaje para uno mismo, para la familia y, por supuesto para una sociedad en la que el gobierno sea del pueblo y no de una pandilla de mafiosos aferrados de por vida a la poltrona con una visión de la realidad altamente distorsionada por las secretarias, los chóferes, el lujo y los gintonics a 3,40€.