"El matrimonio es un contrato, y en la mayoría de las sociedades del mundo se puede rescindir. Pero la paternidad no lo es, y no se puede romper. El intento de las leyes de lograr la muerte civil de un progenitor que no disfruta de la tenencia de sus hijos es imbécil y destructivo".
Esta afirmación pertenece a Margaret Mead, antropóloga estadounidense y data de los años 70. Resulta admirable cómo supo ver las consecuencias de las leyes aprobadas en muchos países "avanzados" que dejan al padre en caso de divorcio o separación como un paria social. Amén de las leyes, también contribuye a esa situación las mentalidades de l@s jueces que como Robert Nolan en una sentencia dictada en Georgia, EE.UU. llegó a decir, "nunca ví a un ternero persiguiendo un toro", demostrando que en vez de ser juez debería haber sido ranchero o casarse con una vaca.
Así pues entre leyes no ecuánimes, su aplicación, y mentalidades machistas del siglo pasado, el padre separado desaparece socialmente de todo lo referido a su hij@. Poco importa, en el caso de España por poner un ejemplo, que la patria potestad sea teóricamente compartida, lo que se da en la mayoría de los casos en nuestro país. La progenitor custodio, mujer en el 90% de las sentencias, puede hacer lo que apetezca con sus hijos que al padre le quedará como mucho el recurso del pataleo. Son prácticamente inexistentes los casos en los que ante un cambio de colegio, cambio de domicilio, elección de médico e incluso procedimientos judiciales, etc, se haya atendido a los razonamientos del padre. En caso de duda o provisionalidad prácticamente nunca se consideran los argumentos paternos. In dubio pro femina.
Estas actitudes ante el padre se fundamentan en la creencia popular de que "una madre es una madre", "madre no hay más que una",... en los estudios psicoanalíticos que concluyen que "la maternidad está biológicamente determinada y que el rol del padre es una creación de la sociedad", "al papel cazador del padre cuya única función es la de enseñar a su hijo a comportarse en sociedad" y a que las personas cada vez pensamos menos por nosotras mismas creyéndonos todo lo que nos dicen, amén de utilizar todo lo que podemos en nuestro favor en caso de separación, cada uno lo que puede en demasiados casos.
Todo ello nos lleva a la denominada muerte social, o "Papá Burguer King". Eres padre para llevar a tus hij@s al cine, al parque de atracciones, al Burguer King, McDonalds, etc. Eres padre para pasear a tu hij@ un par de horas entre semana y fines de semana alternos, para lo demás no existes y si no quieres tener problemas no intentes existir. No te llaman del colegio cuando pasa algo con tu hij@ pese a estar obligados, el progenitor custodio puede dar de alta, de baja, modificar, inscribir, etc, no ya sin tú autorización, también sin tú conocimiento. Para cualquier decisión referente a tus hij@s eres un ignorante, no sabes ni aprenderás jamás. No es así pero te lo hacen creer. Cuidado con pretender aportar tu experiencia o conocimiento en el desarrollo de tus hij@s, se tomarán represalias.
Cuando se desarrollaron las actuales leyes del divorcio se pensó casi exclusivamente en la mujer. Eran otros tiempos, 1.981, en los que la mujer estaba todavía supeditada al hombre. La mayoría estaba condenada a ser la señora de su casa debido a la discriminación educativa y laboral, dependía del beneplácito del esposo hasta para firmar un crédito, pocas trabajaban y sufrían todo tipo de tropelías por parte de sus maridos que en muchos casos llenaban cabarets, revistas e incluso tenían amantes semipúblicas. Así pues la legalización del divorcio con su consecuente ley favorecía a la mujer en su aplicación en cuanto a pensiones, custodias y repartición de bienes. La esposa se liberaba de una situación profundamente injusta teniendo recursos suficientes para comenzar una nueva vida en un intento de resarcir la inferioridad de oportunidades que había sufrido así como reconocer su aportación y dedicación plena e indispensable a la familia.
Posteriormente llegan generaciones que han crecido en democracia, o por lo menos eso nos han dicho. Generaciones que han atendido a colegios mixtos, que han visto como las mujeres eran más y mejores en la universidad y han realizado el servicio militar con mujeres, ya en el ejército incluso como mandos de la escala superior. La situación se va igualando mientras se comienza a introducir un componente de discriminación positiva para favorecer este proceso, aún cuando la discriminación positiva no por ser positiva deja de ser discriminación, alcanza esta su culmen con ley de violencia de género, en un momento en el que las mujeres en España ingresan en unidades de combate de élite. Pueden luchar en las condiciones más difíciles, en los puestos de mayor riesgo y fatiga pero necesitan una ley diferente, especial para la mujer para cuando se producen situaciones violentas ente un hombre y una mujer. Antes a la mujer la tutelaba su marido y ahora es el estado, que dice quién es maltratada y quién no, porque muchas mujeres son maltratadas pero ellas no lo saben y papá (perdón, mamá) estado las tiene que recordar que son maltratadas.¿Dónde están esas señoras que han salido adelante por sí solas en tiempos mucho peores que estos?. Muchos tenemos abuelas que se han enfrentado a milicianos en la Guerra Civil para evitar que fusilaran a sus maridos, hermanos, etc. Tenemos abuelas que han recorrido campos de batalla, levantando cadáveres buscando a su padre, hermano, hijo, marido. Abuelas y madres que continuaron con los negocios familiares, que se pusieron a trabajar en Marconi o Telefunken, que se compraron una Singer y se pusieron a coser uniformes, mantelerías, vestidos lo que fuera...Señoras que no necesitaron cuotas, que nos sacaron adelante, señoras que el único género de violencia que entendían era el género del sartenazo que un marido se podía llevar de pasársele por la cabeza menospreciarla, no te digo ya ponerla la mano encima.
Con la llegada de esas nuevas generaciones educadas y formadas en igualdad se produce la segunda revolución del divorcio o separación, la del hombre. El hombre empieza a tomar consciencia de sí mismo y de lo que es capaz respecto a sus hij@s. Se siente preparado y en los procesos de separación ya no se limita a discutir por pasar la menor pensión posible, sino que quiere ser parte activa en el futuro de su descendencia y por supuesto seguir compartiendo su vida con ellas más allá del Happy Meal (irónico el nombre) de los Martes. ¡Bang, bang forastero!. Estos prados pertenecen a Sartana, ruega por tu muerte. Ni se te ocurra volver a pronunciar la palabra custodia, ni sugerir más visitas, y que te quede claro que el colegio está bien como está.
¡Reo hacia la muerte!. Comienza el periplo que te convierte en una ánima ajusticiada socialmente. En poco tiempo comienzas a sufrir la tortura, ves a tus hijos cuando la señora quiere, mientras pagas la mitad de una casa en la que no puedes vivir y puedes ser expulsado hasta del portal, para que viva tu hijo, ex-pareja y quién ella considere oportuno. Acabas viviendo con tus padres o mal viviendo por ahí en un alquiler patético porque no tienes pasta para más. Todo aderezado con alguna visita a comisaría cada vez que su alteza apetezca de denunciarte por que has llevado tarde al niño, porque te quita un día de visita y te quejas, porque no la gusta la ropa que le has puesto a tu hijo o porque no has vacunado a la cobaya... Y todo esto prolongado en el tiempo de forma indefinida hasta que te rindes en cualquiera de sus formas, o cometes una estupidez que será magnificada en muchos casos hasta su consideración como crímenes de guerra. Entiendasé estupidez como por ejemplo que tu mujer te insulte, tu devuelvas el insulto y haya cruce de denuncias. La mujer ha cometido una falta de insultos y vejaciones de la que es culpable, 90 euros de multa. Pronunciando el mismo insulto el hombre ha cometido un delito de violencia de género dentro del ámbito familiar, ya no es falta. Hasta 72 horas en el calabozo preventivamente por si es culpable, más la pena correspondiente a partir de 6 meses. Has perdido por desgaste, tu vida ha cambiado y no vuelves a mirar nada con los mismos ojos, has firmado la rendición, ya pintas poco, sólo te puede salvar el indulto de tus hij@s pero hay muchos años por delante para procurar que no te sea concedido.
Lo trágico de todas estas situaciones es que tienen muy fácil solución. Comencemos a tratar a las personas como personas, no dando nada por sentado ya sea hombre, mujer, gay o transexual porque en esta vida cada uno que sea lo que quiera, juzguemos sólo y exclusivamente a esa persona y su influencia respecto a sus hij@s, no demos por hecho que por ser mujer es mejor porque no lo es. Continuemos impidiendo que nadie que sea agredido o maltratado física o psicológicamente quede desprotegido, no hacen falta leyes discriminatorias, hacen falta policías, jueces y fiscales eficaces y penas intimidatorias. Mantengamos el nivel alto alejando al maltratador/a de cualquier responsabilidad respecto de sus hij@s, pero a aquel que es verdaderamente culpable, no se pueden seguir haciendo acciones preventivas, deteniendo padres o apartándolos de sus hijos hasta que se demuestre su inocencia. Y por último, cada progenitor tiene que favorecer la relación del otro con sus hij@s, por supuesto también los estamentos sociales, si no lo hace, no los merece.
Sólo con justicia e igualdad se frenará la injusta muerte social de tantas personas. Vamos camino de ser un país de zombis, de niñ@s perdidos que si un día se encuentran pensarán que su padre no era malo, de niñ@s dormidos que puede que despierten a al toque de los mismos problemas que atravesaron sus padres preguntándose quién les ha robado una vida mejor.
Cuando se desarrollaron las actuales leyes del divorcio se pensó casi exclusivamente en la mujer. Eran otros tiempos, 1.981, en los que la mujer estaba todavía supeditada al hombre. La mayoría estaba condenada a ser la señora de su casa debido a la discriminación educativa y laboral, dependía del beneplácito del esposo hasta para firmar un crédito, pocas trabajaban y sufrían todo tipo de tropelías por parte de sus maridos que en muchos casos llenaban cabarets, revistas e incluso tenían amantes semipúblicas. Así pues la legalización del divorcio con su consecuente ley favorecía a la mujer en su aplicación en cuanto a pensiones, custodias y repartición de bienes. La esposa se liberaba de una situación profundamente injusta teniendo recursos suficientes para comenzar una nueva vida en un intento de resarcir la inferioridad de oportunidades que había sufrido así como reconocer su aportación y dedicación plena e indispensable a la familia.
Posteriormente llegan generaciones que han crecido en democracia, o por lo menos eso nos han dicho. Generaciones que han atendido a colegios mixtos, que han visto como las mujeres eran más y mejores en la universidad y han realizado el servicio militar con mujeres, ya en el ejército incluso como mandos de la escala superior. La situación se va igualando mientras se comienza a introducir un componente de discriminación positiva para favorecer este proceso, aún cuando la discriminación positiva no por ser positiva deja de ser discriminación, alcanza esta su culmen con ley de violencia de género, en un momento en el que las mujeres en España ingresan en unidades de combate de élite. Pueden luchar en las condiciones más difíciles, en los puestos de mayor riesgo y fatiga pero necesitan una ley diferente, especial para la mujer para cuando se producen situaciones violentas ente un hombre y una mujer. Antes a la mujer la tutelaba su marido y ahora es el estado, que dice quién es maltratada y quién no, porque muchas mujeres son maltratadas pero ellas no lo saben y papá (perdón, mamá) estado las tiene que recordar que son maltratadas.¿Dónde están esas señoras que han salido adelante por sí solas en tiempos mucho peores que estos?. Muchos tenemos abuelas que se han enfrentado a milicianos en la Guerra Civil para evitar que fusilaran a sus maridos, hermanos, etc. Tenemos abuelas que han recorrido campos de batalla, levantando cadáveres buscando a su padre, hermano, hijo, marido. Abuelas y madres que continuaron con los negocios familiares, que se pusieron a trabajar en Marconi o Telefunken, que se compraron una Singer y se pusieron a coser uniformes, mantelerías, vestidos lo que fuera...Señoras que no necesitaron cuotas, que nos sacaron adelante, señoras que el único género de violencia que entendían era el género del sartenazo que un marido se podía llevar de pasársele por la cabeza menospreciarla, no te digo ya ponerla la mano encima.
Con la llegada de esas nuevas generaciones educadas y formadas en igualdad se produce la segunda revolución del divorcio o separación, la del hombre. El hombre empieza a tomar consciencia de sí mismo y de lo que es capaz respecto a sus hij@s. Se siente preparado y en los procesos de separación ya no se limita a discutir por pasar la menor pensión posible, sino que quiere ser parte activa en el futuro de su descendencia y por supuesto seguir compartiendo su vida con ellas más allá del Happy Meal (irónico el nombre) de los Martes. ¡Bang, bang forastero!. Estos prados pertenecen a Sartana, ruega por tu muerte. Ni se te ocurra volver a pronunciar la palabra custodia, ni sugerir más visitas, y que te quede claro que el colegio está bien como está.
Lo trágico de todas estas situaciones es que tienen muy fácil solución. Comencemos a tratar a las personas como personas, no dando nada por sentado ya sea hombre, mujer, gay o transexual porque en esta vida cada uno que sea lo que quiera, juzguemos sólo y exclusivamente a esa persona y su influencia respecto a sus hij@s, no demos por hecho que por ser mujer es mejor porque no lo es. Continuemos impidiendo que nadie que sea agredido o maltratado física o psicológicamente quede desprotegido, no hacen falta leyes discriminatorias, hacen falta policías, jueces y fiscales eficaces y penas intimidatorias. Mantengamos el nivel alto alejando al maltratador/a de cualquier responsabilidad respecto de sus hij@s, pero a aquel que es verdaderamente culpable, no se pueden seguir haciendo acciones preventivas, deteniendo padres o apartándolos de sus hijos hasta que se demuestre su inocencia. Y por último, cada progenitor tiene que favorecer la relación del otro con sus hij@s, por supuesto también los estamentos sociales, si no lo hace, no los merece.
Sólo con justicia e igualdad se frenará la injusta muerte social de tantas personas. Vamos camino de ser un país de zombis, de niñ@s perdidos que si un día se encuentran pensarán que su padre no era malo, de niñ@s dormidos que puede que despierten a al toque de los mismos problemas que atravesaron sus padres preguntándose quién les ha robado una vida mejor.
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