sábado, 1 de agosto de 2015

Quiero un despacho

  Yo nunca había querido un despacho propio. Siempre he trabajado en despachos abiertos o compartidos pero ahora sí, ahora quiero un despacho. Y lo quiero en lo más alto de un edificio de dos alturas, que domine el horizonte. Un despacho que ocupe toda la planta de un edificio de 4x3 con acceso directo a la planta pensante. Las puertas serán de esas modernas que se abren solas al detectar presencia humana, incluso haré un esfuerzo económico para que incluyan un dosificador automático de Varón Dandy por que uno es ambas cosas; un varón y un dandy.

   Frente a la entrada una enorme mesa de cuatro patas, donde estén las cuatro patas que se quite lo demás pues son mucho más estables. Cuatro patas de acero, si acero, acero inoxidable, como yo. Será también acero 316, acero π, infinito como yo. De la mejor calidad, electropulido como yo también; las descargas eléctricas del cotolengo vinieron bien. Sobre la estructura, un perfecto cristal transparente y robusto, antihuellas... no, antihuellas no. Siempre existe la posibilidad de que durante una gran negociación en mi despacho con la CEO de Hoole, la compañía más importante del mundo, se vea irremediablemente atraída por mí gracias a la fragancia que llena cada hueco de la estancia . Con esta circunstancias es posible que tenga que practicar sexo sobre la mesa por pura cortesía, por negocios y de eso tiene que quedar, necesariamente, huella. En fin, me pierden los trajes chaqueta.

   Mi silla será una silla mullida de respaldo alto con ruedas pero de una sola posición. Si tiene una sola posición me adapto a ella y me pongo a trabajar; pero si es regulable me paso el día cambiando la postura, nunca estoy cómodo , acabo jodiendo la silla y trabajo menos. Las sillas confidente (nivelazo, no os esperábais este control de la decoración) incómodas. No mucho, pero lo suficiente como para que la de Hooli quiera estar entre mis brazos y no sentada en la silla confidente. ¿Y cuando venga Rajoy para consultarme qué hace y también quiera estar entre mis brazos y no en la silla? Ya lo pensaremos, primero tengo que tener el despacho.

   A la entrada a la derecha una mesa de reuniones redonda, blanca con superficie sobre la que se pueda pintar para ahorrar papel. Esta mesa tendrá un agujero en el centro con proyector holográfico, no tanto para las presentaciones como por si se da el caso de que la "soledad del mando" se torne insoportable, y me apetezca ver porno. No sabéis lo dura que es la vida en la soledad de la cima de la montaña. Yo tampoco lo sé pero me lo imagino.

   Un despacho sin sofá no es un despacho por lo que en el mío quiero que halla un tresillo blanco de esos que se deslizan los asientos hacia delante individualmente para echarte unas siestas antológicas. Por supuesto será tan grande y ancho que podré tumbarme para dormir cómodamente en caso de que la "mona" sea antológica. La mesa auxiliar integrada será un accesorio "sin equanum", no voy a dejar la pitillera, el reloj y las gafas en el suelo cuando me tome mis "productivity naps".

   Dispondrá este despacho de un mueble integrado con frigorífico, cafetera, un cajón con 10 camisas blancas, un cajón con ropa para correr y un cajón con tres Levi's 501 (vaqueros no hace falta tener tantos ya que son muy sufridos),  5 camisetas marca No Fear con la leyenda "Eres tan grande como la lucha que te atreves a afrontar" y una gorra negra. La cafetera automática, hipermática e hidromática siempre cargada con café de Brasil en grano para que programado su temporizador me despierte cuando yo quiera el ruido del molinillo seguido del intenso aroma del café recién hecho. El frigorífico con dispensador de hielo estará siempre lleno de refrescos de cola light (si Pepsi o Coca-Cola quieren que les mencione que paguen), bebidas de yogur y zumo de naranja, y mangos (fruta). Sobre la encimera de este mueble un canasto lleno de manzanas verdes ácidas.

    La única pared será la que esté tras mi despacho con la única utilidad de  sostener este lienzo.



     - Papá, he venido con un amigo que está buscando curro ¿te importa que pase? 
     - Claro hijo.

     - Hola chaval, ¿qué sabes hacer?
    - Bueno, yo he estudiado en Stanford y ahora soy PhD Advocado Master in Joint Systems.
     - Vale pero, ¿qué sabes hacer?
     - Bueno, yo he participado...
     - Déjalo, olvida la pregunta. Mira el cuadro, ¿qué ves?
     - Veo un fondo verde...
     - Gracias ya te llamaré.

     - Joé Papá con el cuadro, ¡no sé qué demonios tiene!
     - Ya lo entenderás, o puede que nunca.

     - No creo que lo entienda, todavía me acuerdo del día que apareciste con él. ¿Dónde lo compraste?
     - A Satrústegi.
     - ¿El amigo pintor con cara de genio despistado?
     - Ese, tampoco éramos tan amigos y sí, el pelo le hacía maneras de genio.
     - Recuerdo que me llevaste a su estudio un día y sólo quedaban bocadillos de ensaladilla. Y tenía hambre, que veníamos de waterpolo.
      - Buena memoria, hijo.
      - Era muy simpático.
      - Lo sigue siendo.
      - Sácame de dudas ¿por qué lo compraste? ¿qué ves en el cuadro?
      - Nada, es el cuadro el que me compró. Se trata de lo que la pintura ve en mí no yo en la pintura.

       Suena el teléfono, el despacho se desvanece. 
    
    En un piso un cuarentón aporrea un teclado sobre una elegante mesa de cristal del salón de una casa de claramente de mujer, pensando que quizá esta construyendo algo importante. Responde al teléfono.

     - Buenos días le llamamos de Team 1 abogados por una deuda que tiene pendiente...
     
     - Ya, ya todavía no puedo.

     - ¿No puede? Si no puede porqué tiene usted teléfono.

     - Si no tuviera teléfono no me podrías llamar y entonces no tendrías trabajo. Lo hago por tí pero vamos, no lo pago yo.

     - Ah muy bien, ¿con que es usted peleón? Pues pienso llamar todos los días hasta que nos confirme un plan de pagos.

     - Vale, mola que te llame alguien cada día.

       Quiero un despacho.